lunedì 16 gennaio 2012

Ojalá

La muerte de alguien nunca es un hecho feliz, la muerte en el mundo occidental es triste y oscura... Es triste y oscura como usted se lo hizo pasar a mucha gente a lo largo de su vida.
La hipocresía que caracteriza a España llevó al olvido las cuentas que usted debería de haber tenido pendiente con la justicia tras la restauración de la Democracia. Aunque no fue el suyo un caso aislado, por supuesto, pero  fue más sangrante si cabe pues usted se puso el traje de Padre de la Constitución, se lavó la cara y continuó sin ningún pudor en la política, aferrado a su sillón. No se le puede culpar, pues usted no pensaba que hubiese hecho nada mal, lo hizo por el bien de La Grande y Libre lo hizo porque los españoles no podían cuidar de su estado sin su Generalisimo, aunque más vale que se hubiera aplicado a usted mismo aquello de "Ni Tutelas, ni tutías"... 
Y es esa misma hipocresía la que hizo que la justicia española llegase antes a decretar una orden de captura y de extradición contra un dictador extranjero que contra usted, quien no debía ser buscado en países lejanos. 

Al final usted parece haber sido listo hasta para marcharse; ha esperado hasta casi estar imputado para desaparecer de nuestras vidas, aunque para muchos tardará en desaparecer de sus memorias.
En fin, que como seguro esperaba, no le voy a dedicar un bonito epitafio y sólo le deseo que tanta paz lleve como descanso deja, aunque se haya ido impune, limpio y considerado por muchos como un Santo Varón.

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