Hace algunos días hablando con la otra mitad de este blog, se me preguntaba por qué no actualizaba con un nuevo post el PaquipaParma... y yo le contesté que, como es habitual en mí, necesitaba un foco en el cual centrar mis críticas para poder escribir.
Pues bien por fin encontré algo sobre lo que escribir:
Esta es la historia de un fracaso, la historia de una puñalada de muerte al diálogo que, como es normal, nunca podrá establecerse si una de las dos partes se encuentra levantada y dando la espalda a la otra que la espera en la mesa. No, no hablo del tema israelí y palestino, hablo del ataque a lo que se supone que es el orden internacional por parte de un país situado al sur del nuestro y que hace ya mucho tiempo invadió unos territorios movido por su codicia.
Esta semana pasada hemos observado con estupor cómo este estado se emplea con dureza sobre un movimiento pacífico, muy similar -quizás- al que ellos realizaron y contra el que no se actuó, con bastante sentido común por otro lado. Y es que cuando un gobierno decide emplear toda su fuerza y su maquinaria represiva sobre civiles en un campamento de reivindicación es que hay algo en la mentalidad humana que no funciona; y esto es muy preocupante, como lo es -y muchísimo más- que esta vil acción se produzca el día anterior a retomar negociaciones sobre una quimera inalcanzable para los legítimos ocupantes el Sahara Occidental, ¿Casualidad? no creo.
Muestro preocupación e indignación por la acción de ese Estado Bereber, pero es mucho más importante la rabia contra la comunidad internacional y contra mi país, que no contentos con no actuar desde hace mucho tiempo para mediar por la solución de la ocupación de las tierras, en esta ocasión se desmarcan de cualquier condena. Y en este impasse hemos de resistir escuchar a un señor de picudas cejas afirmando que la relación con el Monarca Alauí es prioritaria. De este modo deja en la estacada (o más bien con la estocada) a la población civil Saharaui, y de paso permite que desde los ministerios de propaganda de aquel estado se ataque a la prensa española e incluso que el desproporcionado brazo militar asesine a un ciudadano español. Pero tranquilos y que nadie del centro se rasgue las vestiduras pues, nuestro nunca suficiente bien ponderado, Jose Mari tampoco medió cuando tuvo oportunidad para hacerlo.
En resumen, que este pueblo parece que está destinado a pasar penurias eternamente y que como siempre, y al ser esta la parte más pobre nadie haga nada por evitarlo -ni siquiera el pelele de la ONU. Y esto parece que será así hasta que dentro de unos cientos de años la gente ni siquiera conocerá su causa, probablemente porque hayan desaparecido ya en la espera y la confianza de que se instaurase una justicia universal lenta y desde luego muy improbable.